Donald Trump y la diplomacia triangular

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha avivado las especulaciones acerca del rumbo que tomará la nueva administración. Mientras que en el plano doméstico las primeras medidas del magnate neoyorquino han resultado congruentes con la mayoría de sus promesas electorales, en materia de política exterior el mundo sigue preguntándose en qué se plasmará el tan amplia y orgullosamente proclamado principio de America First.

Por el momento, sabemos que Trump ha mantenido una ronda de contactos telefónicos con líderes extranjeros. Entre los mismos destacan las conversaciones con Jens Stoltenberg, el Secretario General de la OTAN[1], y con su homólogo ruso, Vladimir Putin[2]. Por su parte, el Secretario de Defensa James Mattis ha viajado a Corea del Sur y Japón, donde ha reafirmado el compromiso norteamericano para con sus aliados en la región y la intención de seguir adelante con el despliegue de un escudo antimisiles en la península coreana para contrarrestar la amenaza nuclear de Pyongyang[3]. En otro orden de cosas, cabe señalar que Mattis ha sido crítico con las simpatías de Trump hacia la figura de Putin, alegando que Rusia representa una amenaza seria para Occidente y que su intención es «fragmentar la OTAN»[4], una alianza que el ahora inquilino del 1.600 de la Avenida Pennsylvania ha cuestionado en ciertas ocasiones, junto con el reparto de cargas y responsabilidades en su seno[5]. Pero la postura del ex militar no sólo choca con la del Presidente, sino también con la del Secretario de Estado Rex Tillerson, cuya compañía resultó perjudicada a causa de las sanciones impuestas contra Rusia a raíz de su intervención en Ucrania. Finalmente, en uno de los ejercicios de «diplomacia tuitera» que le caracterizan, Trump ha levantado ampollas con Irán al condenar el ensayo de un misil balístico[6]. Además, Irán es uno de los siete países a los que se les aplican las restricciones migratorias temporales establecidas en una Orden Ejecutiva firmada el pasado 27 de enero.

Sea como fuere, la realidad es que Donald Trump aún no ha hecho movimientos significativos en política exterior desde que asumió su cargo. No obstante, tiene ante sí una oportunidad histórica para dejar una huella importante en el devenir de la diplomacia estadounidense. Resulta interesante emprender el ejercicio mental de explorar una posibilidad que algunos medios dieron a conocer a finales del pasado mes de diciembre. Se trata de un plan urdido por Henry Kissinger que ha alimentado ciertas elucubraciones acerca de su papel como posible intermediario entre Trump y Putin[7]. Ya en febrero del año anterior el ex Secretario de Estado propuso un acercamiento de posturas entre las grandes potencias en aras de promover el diálogo sobre el concepto de orden mundial, los desafíos que éste plantea y la posición que cada país adoptaría en él. Por emplear sus propias palabras: «Los intereses a largo plazo de ambos países exigen un mundo que transforme los actuales cambios y turbulencias en un nuevo equilibrio que es cada vez más multipolar y globalizado». Y apostilla: «Rusia debería ser percibida como un elemento esencial de cualquier nuevo equilibrio global, no como una amenaza prioritaria para los Estados Unidos»[8].

Un acercamiento que, no obstante, requeriría de arduas negociaciones en multitud de asuntos, tales como la demarcación clara de esferas de influencia en Europa del Este y Oriente Medio, pero que no es del todo imposible. Zbigniew Brzezinski añade a la ecuación a la otra potencia revisionista, China, y recomienda que la política exterior norteamericana se dirija a evitar un mayor estrechamiento de lazos entre Moscú y Pekín[9], quienes, por otra parte, mantienen sus propias tensiones derivadas del proyecto One Belt, One Road chino[10] y del contencioso histórico a propósito de las fronteras en el Extremo Oriente[11], amén del divorcio ideológico ocurrido durante la Guerra Fría (incluyendo un pequeño enfrentamiento armado en 1969).

Por tanto, el objetivo primordial de Estados Unidos debería ser el logro de la estabilidad del sistema internacional. Con respecto a Rusia, su postura no consistiría en doblegarse sin más ante las reivindicaciones del Kremlin, como algunos críticos han apuntado, sino proveer a Moscú de los incentivos adecuados para no cuestionar el statu quo. Dejar de marginar y sancionar a Rusia, junto con la eventual finlandización de Ucrania, podrían representar sendos pasos en la buena dirección[12], así como establecer una estrecha cooperación en Oriente Medio. China es la verdadera potencia revisionista, la que persigue una suerte de Doctrina Monroe hecha a su medida, esto es, recuperar una posición de centralidad en su esfera regional, lo cual choca con la presencia estadounidense en el Pacífico Occidental. Este es el desafío más problemático para Washington, dadas las dificultades que ofrece el océano para la proyección de fuerzas y la dispersión geográfica de los aliados que podrían formar una hipotética coalición para equilibrar la balanza frente a China. En definitiva, nos hallaríamos una política exterior de corte más bien realista, respetuosa con el equilibrio de poder global y las esferas de influencia regionales, donde el papel de cada potencia se limitaría a ejercer el liderazgo en su esfera y a la cooperación con las demás en pos de intereses comunes[13].

Referencias:

[1] The White House (5/02/2017). «Readout of the President’s Call with NATO Secretary General Jens Stoltenberg», https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2017/02/05/readout-presidents-call-nato-secretary-general-jens-stoltenberg. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[2] The White House (28/01/2017). «Readout of the President’s Call with Russian President Vladimir Putin», https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2017/01/28/readout-presidents-call-russian-president-vladimir-putin. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[3] Gordon, M. R. y Sang-Hun, C. (2/02/2017). «Jim Mattis, in South Korea, Tries to Reassure an Ally», The New York Times, https://www.nytimes.com/2017/02/02/world/asia/james-mattis-us-korea-thaad.html?_r=0. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[4] Unian. Information Agency (19/11/2016). «General stating Russian aggression in Ukraine “much more severe” than U.S. treats it may become Defense Secretary», https://www.unian.info/world/1632767-general-stating-russian-aggression-in-ukraine-much-more-severe-than-ustreats-it-may-become-defense-secretary.html. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[5] Rucker, P. y Costa, R. (21/03/2016). «Trump questions need for NATO, outlines noninterventionist foreign policy», The Washington Post, https://www.washingtonpost.com/news/post-politics/wp/2016/03/21/donald-trump-reveals-foreign-policy-team-in-meeting-with-the-washington-post/?utm_term=.a9be2f18162d. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[6] Allen, N. y Lawler, D. (8/02/2017). «Donald Trump White House warns Iran “there’s a new president in town”», The Telegraph, http://www.telegraph.co.uk/news/2017/02/07/donald-trump-white-house-warns-iran-new-president-town/. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[7] Toosi, N. y Arnsdorf, I. (24/12/2016). «Kissinger, a longtime Putin confidant, sidles up to Trump», Politico, http://www.politico.com/story/2016/12/trump-kissinger-russia-putin-232925. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[8] Kissinger, H. A. (4/02/2016). «Kissinger’s Vision for U.S.-Russia Relations», The National Interest, http://nationalinterest.org/feature/kissingers-vision-us-russia-relations-15111?page=show. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[9] Brzezinski, Z. (3/01/2017). «How To Address Strategic Insecurity In A Turbulent Age», The Huffington Post, http://www.huffingtonpost.com/entry/us-china-russia-relations_us_586955dbe4b0de3a08f8e3e0. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[10] Fernández Fernández, E. (26/11/2016). «Mackinder de actualidad», Blog de La Escuela de Inteligencia Económica, https://lasei.icfs.es/mackinder-de-actualidad/. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[11] Kaplan, R. D. (2015). La venganza de la geografía. Cómo los mapas condicionan el destino de las naciones. RBA: Barcelona, pp. 220-221.

[12] Brown, J. D. J. (2/04/2015). «Ukraine and the Russia-China Axis», The Diplomat, http://thediplomat.com/2015/04/ukraine-and-the-russia-china-axis/. (Consultado: 9 de febrero de 2017). Véase también Sempa, F. P. (2/08/2016). «Is Kissinger’s Triangular Diplomacy the Answer to Sino-Russian Rapprochemment?», The Diplomat, http://thediplomat.com/2016/08/is-kissingers-triangular-diplomacy-the-answer-to-sino-russian-rapprochement/. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

[13] Mearsheimer, J. J. (27/11/2016). «Donald Trump Should Embrace a Realist Foreign Policy», The National Interest, http://nationalinterest.org/feature/donald-trump-should-embrace-realist-foreign-policy-18502. (Consultado: 9 de febrero de 2017).

Autor:

*Adrián Ansede Taboada es Graduado en Ciencia Política y de la Administración, Universidad de Santiago de Compostela. Máster en Economía de la Escuela Austriaca, Universidad Rey Juan Carlos. Actualmente cursando el Máster en Paz, Seguridad y Defensa del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (UNED)

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